Muchas personas piensan que el ateísmo es peligroso porque sin la creencia en el cielo y el infierno la gente pierde toda moralidad. Incluso los filósofos modernos que sentaron las bases para la separación de la religión y la política pensaban que el ateísmo era moralmente peligroso. John Locke, por ejemplo, en su magistral «Carta sobre la tolerancia», dice que debe permitírsele a la gente profesar cualquier credo, excepto el ateísmo. Porque, según él, el ateo es moralmente peligroso. Sin embargo, hay razones para pensar que es al revés.