En este mismo momento, mientras estoy escribiendo esto, llevo 72 días tosiendo. No es una tos intermitente, sino que es continua, noche y día, durante dos meses y medio. Y no son sólo carraspeos, es una tos de estas que te ahogan: me doblo sobre mi mismo, con el cuerpo agarrotado, inspirando bruscamente en busca de aire, con la cara enrojecida y los ojos llorosos.