Era un globo que se inflaba peligrosamente, de manera descontrolada, pero en lugar de estallar, se quedó ahí flotando, amenazante y al mismo tiempo atrapado en la súbita escasez de helio. Después de haber abierto portadas y noticieros en incontables idiomas, la "cuestión catalana”, incapaz de deshincharse, explotar o volar por los aires, se ha convertido en un callejón sin salida, uno que no deja de provocar atascos.