Poco podían imaginar Albert Rivera y su núcleo de confianza en la dirección de Ciudadanos, cuando ultimaba a finales de febrero el fichaje de Silvia Clemente, presidenta del Parlamento de Castilla y León con el PP y una de las políticas más experimentadas de esa comunidad, que le iba a producir tantos dolores de cabeza, a escasas 48 horas de que los simpatizantes y afiliados liberales en dicha comunidad sean llamados a votar. La culpa: Patatas Meléndez, empresa propiedad del marido de Clemente, bajo la lupa judicial.