El foco siempre está en el mismo mensaje. En creer que las mujeres actúan irresponsablemente, por capricho. El Estado no puede tolerar que, por ser menores, esas mujeres aborten de forma clandestina e insegura, con compras de píldoras en internet sin ningún personal médico detrás, que alimentan un negocio sin control a costa de poner sus vidas en riesgo. Hay menores que viven con pánico la respuesta del entorno familiar. Y ese miedo les hace obviar los efectos secundarios que esos medicamentos comprados en la red provoquen.