La alianza de la Monarquía con el sistema de partidos, con los medios de comunicación y con la élite empresarial española (la lista de amigos del rey que han tenido que pasar por el juzgado, incluso por la cárcel, es larga: Manuel Prado y Colón de Carvajal, Javier de la Rosa, Mario Conde, los Albertos, …) aseguró, durante décadas, que la forma de Estado no pudiera ponerse en duda. La Monarquía era, en apariencia, popular, y desde luego parecía inamovible, dado que nadie con una mínima posición de poder estaba dispuesto a criticarla.