En febrero de 2016 aterricé en Lesbos para vivir de cerca la situación de los cientos, a veces miles, de refugiados que llegan a la isla griega a diario y, con cámara en mano, contarlo para un programa de televisión. Me parece fundamental realizar un trabajo que ayude a sensibilizar y, sin embargo, ahí estoy, paralizada, con una cámara delante que graba las imágenes que yo soy incapaz de entender y mucho menos de contar