9:30 de la mañana del 28 de julio de 1945 Betty Lou, una ascensorista de tan sólo veinte años, había acudido como cada mañana a su puesto de trabajo en el Empire State. Sin embargo, aquel día era especial; tras regresar su marido de la guerra, pensaba comunicar su cese para poder pasar más tiempo junto a él. Entró tranquilamente en la famosa mole de hormigón y tomó el ascensor número seis. Lentamente, el aparato comenzó la ascensión hasta el piso 75, tras lo cual las puertas se abrieron. Lou solamente pudo caminar varios pasos porque, de pront