Pasqual Maragall, desesperado, llegó a enviar un fax –era 1994– al juez, en el que sólo figuraba una frase manuscrita, "¡Déjenos enterrar a mi hermano en paz!" y la firma del alcalde. Lejos de disuadir al juez, la reacción de Pascual Maragall parecía complacerlo, así que el alcalde recurrió a su amigo personal Miquel Roca para solucionar el problema a través de Macià Alavedra. La condición de Estevill y Alavedra a Roca fue que propusiera al primero como vocal del CGPJ y se garantizase el apoyo del PSOE.