Los dirigentes acordaron poner en marcha una estrategia de comunicación para demostrar que “estaban haciendo todo lo posible para evitar la guerra”, pese a que ambos ya conocían y apoyaban la decisión de Washington de intervenir en Irak. Entre los datos revelados por el informe de la Comisión Chilcot, que analiza la implicación británica en la guerra de Irak, el documento describe una reunión entre el entonces primer ministro británico, Tony Blair, y el presidente del Gobierno, José María Aznar, en Madrid el 27 y 28 de febrero de 2003.