Para unas generaciones de vascos y vascas, Xabier Arzalluz representa la «Política» con mayúsculas. Lo tenía todo para ser así: inteligencia, astucia y poder. Y tenía partido, un partido con una tradición política potente y consolidada durante un siglo entero. Un partido del que él hizo un movimiento institucional, un fenómeno político como pocos en el contexto europeo.