A Coca-Cola le ha faltado el canto de un duro para convertirse en un tentáculo de ETA. Se ha salvado por la eficiente reacción de su departamento de marketing, y menos mal. El detonante, ya lo sabrás, ha sido un anuncio casi tan edulcorado como el popular refresco, si es que tal cosa es posible. En él, un niño español aparentemente normal le dice a su padre que se ha hecho del Atlético de Madrid cuando, se supone, la sensibilidad familiar anda más próxima al madridismo. Si bien el chiquillo oculta sus motivos, el padre ...