Este martes 17 de abril ha sido el día en que finalmente Sandra Fernández de Villavicencio (30 años) y su hijo Kenzo, de 6 años, han tenido que abandonar su casa de La Moraleja, propiedad del padre, el marqués de Larios. "Han acordonado la calle y está repleta de agentes de seguridad, de policía nacional y de la secreta. Ni que yo fuera una terrorista", ha declarado Fernández, que contaba con dos doncellas. "No se ha hecho nada legal". Kenzo preguntó: "Mamá, ¿cuándo van a entrar los polis? Cuando entren, los perros les van a morder el culo".