Destilar crudo vuelve a ser un negocio colosal y, en concreto, su conversión en gasoil o diésel, el combustible más utilizado en camiones, tractores, autobuses y también en coches en general en países como España. Son malas noticias para el consumo y buenas para los productores. La cotización de los contratos mayoristas del diésel en los mercados internacionales como el ICE o Nymex ha vuelto a repuntar con fuerza este verano, con mayor brío, por ejemplo, que los barriles de petróleo.