Es curioso y raro, porque nos estamos volviendo (o tal vez es que siempre hemos sido así) un país en el que primero pesa el partidismo y luego lo demás. Es decir, se ha subordinado la racionalidad, el análisis de los hechos, los datos, la realidad, las cifras y demás, a lo que yo pienso por mi posicionamiento ideológico en la política, o a mi identificación emocional con unos colores en el caso del fútbol.