El primate, que ya desde muy joven adquirió el mal habito de fumar, contabiliza ya diez años contaminando sus pulmones entre los barrotes de su jaula. Ahora, las autoridades han decidido tomar cartas en el asunto para acabar con su pernicioso vicio. Junto a los visitantes sin escrúpulos, las autoridades del zoo en que se encuentra Tori quieren alejar al orangután de una de las sociedades donde las compañías tabacaleras campan a sus anchas y cuentan con menos restricciones en lo que a venta, publicidad y promoción de sus productos se refiere.