A ver, creo que es evidente que ninguna persona con dos dedos de cabeza prepara unas rayitas de azúcar como broma ante sus amigos. Y desde luego, yo nunca he visto a una persona que no consumiera saber cómo se preparan las rayas, o tener idea de que se preparan con una tarjeta de crédito. Por otra parte, si el concejal de verdad no fuera consumidor, existía una forma mucho más contundente de probarlo: un simple análisis de cabello.