La sensualidad es libre, incapaz de ceñirse a ninguna regla que no venga inspirada por una inclinación personal. Aunque haya tratados, cinematografías, bibliotecas e imaginarios enteros dedicados a su definición y categorización, la decisión final acerca de si sí o si no, es tan personal como innecesaria de ser justificada. Para Álvaro Abrante, animador y creador audiovisual, esa sensualidad llega con el movimiento; muy escaso, eso sí, insinuado y, por supuesto, dibujado.