La mujer, que vivía sola y a la que estos comerciales visitaban todos los años, llegó a acumular cuatro colchones, cuatro almohadas, dos bases de descanso, dos purificadores, dos masajeadores de rodilla, dos deshumidificadores, un láser de espalda, otro de rodilla, dos jarras hidrogenizadas, un frigorífico y dos relojes, todo ello por un valor de más de 23.000 euros.