Star Wars: Los últimos jedi es, como su antecesora, una película confusa y fascistoide, también un tanto cretina, que convierte los episodios I, II y III de George Lucas en obras maestras de la historia del cine. Que no íbamos a ver en ella una sola idea original, un solo personaje por el que sentir un mínimo apego emocional o una miserable estampa que no hubiéramos visto en las siete películas anteriores de la saga era algo previsible. Aviso: contiene spoilers.