No, el viejo Mercator no era un cabezón, al menos que sepamos, pero su forma de ver el mundo puede crear verdaderos cabezones y hasta dolores de cabeza. Por eso, esta lámina que procede del clásico Elements of map projection puede ser de mucha utilidad. Véase el cabezón de abajo a la derecha, deformado siguiendo una proyección de Mercator.