...Sin llamar a la puerta, faltaría más, por dios, que son los médicos, entran en la habitación y saludan con un se salen un momento, somos los médicos. Se colocan alrededor del paciente que les recibe con una sonrisa, cuando el dolor o los sedantes se lo permiten, a la que ninguno responde porque ni tan siquiera le están mirando. Uno de los médicos coloca su mano en el hombro del paciente, que ya se cansó de sonreír para nadie, y espera a que los compañeros del escuadrón aprovechen los huecos que quedan en la pequeña habitación para acomodarse