Mame Mbaye se mató a sí mismo. Se mató cuando temerariamente se le ocurrió salir de Senegal, su país, y embarcarse en una patera camino del paraíso europeo, sin tener en cuenta, en su atolondramiento, que en este continente, el más rico del mundo, el más industrializado, el más avanzado, el más culto, el más democrático, el más igualitario, los emigrantes o se ahogan al llegar a sus costas o viven meses encerrados en los Centros de Internamiento de Extranjeros o se devuelven expeditivamente a sus países de origen o duermen en la calle.