La masacre química que tuvo lugar en Ghouta, periferia de Damasco, hace un año, fue una catástrofe para toda la humanidad. A pesar de la indignación de los líderes mundiales en aquel momento, las reacciones fueron simples declaraciones a los medios que quedaron muy lejos de cualquier medida concreta. El informe de la misión de la ONU evitó establecer culpabilidades o nombrar a los autores, limitándose a confirmar el uso de armas químicas, algo incuestionable tras la muerte de más de mil personas por gas tóxico la noche del 21 de agosto de 2013.