La década de los noventa y los primeros años de siglo fueron una fiesta en Marbella. Una fiesta para los corruptos, que se adueñaron del Gobierno municipal y lo expoliaron a manos llenas. Bajo las alcaldías de los malogrados Jesús Gil (1991-2002) y Julián Muñoz (2002-2003), estos regidores y una camarilla de abogados y funcionarios sustrajeron no menos de 550 millones de euros de las arcas públicas del ayuntamiento marbellí. Es una cifra conservadora, porque fuentes policiales cifran el desfalco por encima de los 700 millones.
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