Si Ryanair quería ponerse en boca de todos, lo ha conseguido. Si pretendía salir airoso ante las autoridades europeas, también. El caos que ha provocado Michael O’Leary lleva a pensar que se le caerá el pelo. Pues no. Después de haberla liado parda, Europa le da una palmadita en la espalda con multas ridículas.
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