Huele a puchero. Junto a escaparates donde alquilan coches automáticos y prometen rebajas para los miembros de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, a pocos metros del acceso de la Basa Naval más próximo a la Villa de Rota, huele a sopa con todos sus avíos. No hay nada que determine más la pertenencia a una sociedad que un olor. Si Gibraltar huele a fritura en manteca de cerdo, Rota huele a lo mismo que Conil, Tarifa o Barbate; también a mar y pescado fresco, por supuesto.
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