En 1870, el geólogo y explorador ártico Adolf Erik Nordenskiöld encontró unos curiosos cantos rodados metálicos en la costa de la isla de Disko, en Groenlandia. Aunque sus tamaños eran dispares, el más grande pesaba unas impresionantes 22,7 toneladas. El análisis de estos mazacotes de metal reveló que se trataba de hierro casi puro aleado con pequeñas cantidades de carbono y níquel... Una composición que resultaba muy intrigante.
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