Tenía una isla para él solo. Nagasaki, un japonés de 82 años, no podía ser más feliz. No necesitaba ni ropa, compraba lo justo en una isla cercana y así vivió durante tres décadas. En una desierta isla de Sotobanari, en la prefectura japonesa de Okinawa. El anciano tuvo que abandonar la playa cuando lo encontraron moribundo. En estos cuatro años ha sido incapaz de adaptarse a la ciudad. Álvaro Cerezo, de la agencia de viajes Docastway, dio a conocer su historia
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