Para entender su origen y su proliferación hay que remontarse a 1506. Las disecciones en Gran Bretaña sólo estaban permitidas hasta entonces en animales, pero el rey escocés Jacobo IV se dijo que por qué no humanos, habiendo criminales ejecutados. Aquel año permitió a la Compañía de Barberos-cirujanos diseccionar los cuerpos de cuatro criminales ajusticiados.
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