El estudio de los restos de al menos 12 personas, enterradas en cuevas andaluzas, en el sur de la Península Ibérica, entre el IV y el II milenio antes de la edad moderna, nos ha desvelado que fueron manipulados post mortem. Entre los más de 400 restos hay una tibia de punta afilada que pudo servir como herramienta, y parte de un cráneo trepanado en vida y minuciosamente recortado.
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