Desde enero, más de 26.000 niños han emprendido su camino a Italia, pasando varios días en el mar. Han visto cómo lanzaban a gente por la borda por estar enfermos, han visto olas de "10 pisos de altura" azotar las barcas, y todo el tiempo hacinados con cientos de personas, sin saber si iban a vivir o ahogarse en el mediterráneo. Pero sabiendo que tenían que huir del "infierno" que dejaban detrás.
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