Las rentas que se obtienen del capital tributan en el IRPF al 23% (como máximo) mientras que las del trabajo tienen un tipo máximo del 45% (con normativa estatal). Si se aplica además un impuesto sobre el valor de todos los bienes y derechos, con un mínimo exento, se consigue un gravamen que afecta a los altos patrimonios. Así se logra incrementar la progresividad del sistema fiscal en su conjunto y por tanto reducir la desigualdad.
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