Es muy legítimo criticar el cambio en la política de acogida a refugiados en la Europa del Norte. De una apertura casi total se ha pasado a una política más restrictiva que, en general, sigue siendo mucho más generosa que la de otros miembros de la UE. Mientras, los españoles, a lo nuestro. O sea, a la queja permanente contra la insolidaridad de la UE y la xenofobia de los otros. Pero cuando nos tocó votar en diciembre, se nos olvidó preguntar a los partidos cuánto dinero público estaban dispuestos a invertir para ayudar a los refugiados.
|
etiquetas: refugiados , inmigración , política , sociedad , fronteras , ue , españa , ayudas