El escenario, la Audiencia Nacional. Francisco Martínez, con traje azul, se sienta a la izquierda del juez Manuel García-Castellón. Jorge Fernández Díaz, de oscuro, a la derecha. “No es una diligencia agradable... La realizo muy pocas veces”, les reconoce el magistrado instructor: “Son ustedes dos personas educadas [...] Les ruego que mantengan la calma suficiente”. Pero esa petición aguanta poco. EL PAÍS reconstruye, a través de los detalles ofrecidos por diversas fuentes jurídicas, la intensa charla.
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