Una, nigeriana, fue engañada por internet, entró en España oculta en un coche y sufrió un «infierno» en Marconi. Sus captores han sido condenados y ellas salva a otras esclavas. La otra, venezolana y periodista, quedó en paro con un hijo. Vino a España a prostituirse "por dinero". Son dos caras de una misma moneda, Osas y Sandra, Sandra y Osas, que explican lo complejo de regular/abolir el sexo de pago, y de atajar la esclavitud sexual.
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