Uno de los 56 corazones que componen el monumento dedicado a las víctimas del terrorismo, en Badajoz, apareció ayer tirado en el césped y parcialmente roto. Fue el alcalde, Francisco Javier Fragoso, el que dio la voz de alarma informando de lo sucedido en las redes, donde comentó que quisiera creer que se trataba de una gamberrada o de un acto de vandalismo pero que, aunque así fuese, «algo no funciona bien en un país donde símbolos que representan dolor y que deberían unirnos a todos, son pisoteados y denigrados».
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