«Los coches, cacharros sin confort, propiciaban la imagen icónica de directores, mecánicos y similares con medio cuerpo fuera del coche, pecholobo al viento, gritando tropelías. Porque eso del pinganillo... Y los maillots, miren el BIC, o el Molteni, miren el Brooklyn, miren esa preciosidad tan icónica de La Vie Claire. Y contrasten. Se te cae el alma al suelo. El maillot más bonito que llevó Indurain era el de Reynolds. Y lo de alrededor también lucía, eh, porque los espectadores tenían otras pintas, y no había imbéciles con bengalas, y no hab
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