Las elecciones paramilitarizadas del 7 de junio estuvieron signadas por la violencia. Una violencia que venía de atrás y remite al poder en un Estado plutocrático, clasista y racista, y a la vieja forma de hacer política en México. La vieja política se hace maniquea cuando el mal que ella misma engendró corre el riesgo de ser su propio germen de destrucción.
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