Un estudio publicado la semana pasada por doctores estadounidenses que examinaron a 21 de los diplomáticos afectados ha sido criticado por partir de la base de que los diplomáticos habían estado expuestos a una “fuente de energía” desconocida. Los escépticos insisten en que esto sigue siendo, en el mejor de los casos, una conjetura lejos de estar demostrada.
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