Un intento de visita a la fábrica de Coca-Cola de Fuenlabrada termina con una reflexión sobre la precariedad y debilidad del periodismo que ha perdido en muchos casos su independencia y su capacidad de control a los poderosos. Llevo muchos años diciendo que los periodistas deberíamos rendir cuentas. Volviendo a la comparación de la judicatura, creo que si un juez puede ser condenado por prevaricación, un reportero, un locutor o un editor también debería ser juzgado por manipular o mentir de forma consciente y premeditada.
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