La industria de la animación japonesa explota a los jóvenes con sueldos reducidos y largas jornadas de trabajo bajo presión. En esta situación, Japón está encontrando dificultades para formar a los futuros animadores del país y dependiendo cada vez más de animadores de países como China y Corea del Sur. Es la cara oculta de la industria del anime japonés.
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