Entre las víctimas de la sala Bataclan había españoles, rumanos, belgas y también tunecinos y argelinos, muy probablemente musulmanes. Todos ellos tenían algo en común: ganas de bailar, beber y reír. A los que tratan de encontrar una explicación ideológica en el atentado a partir del comunicado de Daesh hay que decirles la verdad, mucho más inquietante: el atentado es un dantesco acto publicitario y una orgullosa, lúcida y “revolucionaria” declación de guerra a la moral “burguesa”: os matamos sencillamente porque estáis vivos.
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