No pocas veces alguno ha dicho aquello de que algún día nos van a cobrar hasta por respirar. Viendo cómo está la higiene del aire, quizás algún día lo hagan y tenga sentido. Pero lo que no es una posibilidad, sino que fue una realidad, es pagar impuestos por la orina. No por orinar, sino por la orina. La utilidad de esta en varias cuestiones la convertía en un bien suficientemente preciado como para ser gravado.
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