La Cuarta Cruzada (1202-1204) se desvió de su ruta hacia Egipto y se convirtió en una “expedición de mercenarios” que ayudaría a Alejo Ángelo, hijo del emperador depuesto Isaac II (r. 1185-1195), a recuperar el trono bizantino, a cambio de que este abonase la deuda cruzada contraída con Venecia, que había aportado la flota naval. No es de extrañar que esta cruzada terminase recibiendo el apelativo de mercantil/comercial pues Venecia la orientó hacia la materialización de sus objetivos comerciales: recuperación de Zara y toma de Constantinopla.
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