Cafés y restaurantes cerrados, cabinas públicas en la calle insuficientes, sucias o fuera de servicio: es cada vez más difícil encontrar un sitio para orinar en París, como pueden constatarlo los raros turistas que vistan la capital por estos días de epidemia. "Orinar en París es muy complicado, sobre todo cuando eres chica, porque siempre hay fila, no hay muchos baños y llevamos esperando diez minutos", se queja Charlotte le Merdy, junto a su bicicleta ante una pequeña cabina sanitaria al pie de Notre-Dame, en medio de un sol radiante.
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