El nuevo presidente de Brasil, Michel Temer, ha asumido el poder tras la destitución de Dilma Rousseff y quiere ser un "mesías" para la economía, una complicada misión para la que está dispuesto a privatizar "todo lo que sea posible". La privatización se convirtió en una palabra prohibida tras la victoria del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), que llegó al poder en 2003 con Luiz Inácio Lula da Silva y se mantuvo en este hasta mayo pasado, cuando el Senado dio el primer paso hacia la destitución de Rousseff, que se consumó ayer.
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