El agua podría provocar una enorme catástrofe, aún mayor que el fuego, en el incendio de Notre Dame de París. La catedral de León, que ardió en 1966, se salvó precisamente porque se evitó verter agua sobre la piedra, explica Javier Ribera Blanco, catedrático de Historia y Restauración Arquitectónica y subdirector del Instituto de Patrimonio Cultural. | Vía
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