Para el periodismo de investigación, de momento, no hay Nobel, pero este año, en España, bien podía habérselo llevado la noticia que vincula a Iberdrola con el comisario Villarejo, el escándalo de que habían contratado al pocero número uno de las cloacas estatales para que espiara a firmas rivales y desbloqueara proyectos millonarios. Villarejo pinchó teléfonos, rastreó llamadas y llegó a investigar la vida privada de un juez que podía paralizar las obras de la central termoeléctrica de Arcos de la Frontera.
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