Ya lleva dos años en su sitio fijo en la plaza. Aunque el tiempo, difuminado entre tantos días iguales, se vuelva algo confuso. "¿Estamos en 2020?", pregunta a mitad conversación. Los vecinos les conocen y ayudan en lo que pueden. Hoy le han sacado agua a Luna y un brik de leche para él. También le han llevado una sudadera. Y la naranja que sigue comiéndose media hora después. Cuando los días duros del confinamiento, cuando el vaso siempre estaba vacío, hubo una vecina que cada mañana le bajaba un café con leche y unas galletas.
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